- En las tiendas de aplicaciones (apps) de las dos plataformas dominantes, IOS y Android hay más de cien mil app

s dedicadas a la salud y dirigidas a usuarios o a profesionales (un tercio aprox.)
- Cerca de la mitad (el 48%) sólo se usa cuatro veces
- La mayoría carece de un buen diseño de experiencia de usuario, finalidad clara o contenidos relevantes
- Muy pocas están integradas en los sistemas de datos sanitarios
- En general se perciben como poco eficaces
Ante esos hechos, en España no dejamos de asistir a declaraciones, informes, workshops y eventos varios triunfales en los que se nos declara «potencia mundial en apps de salud» , «cuarto mejor país de Europa para emprender en salud móvil» , «la mhealth augura el mayor crecimiento en apps», etc etc… No son falsos, ni tampoco una exageración.
El interés de usuarios y profesionales por digitalizar los cuidados de la salud es patente. Y las cifras de crecimiento de este mercado así lo atestiguan.
Sin embargo, solo hace falta ir a un centro de salud o una consulta de cualquier médico para constatar que la realidad cotidiana está bastante lejos de eso uso del internet móvil para gestionar la salud.
De las más de 40.000 apps en salud en el App Store casi el 80% tiene como objetivo el consumidor final. En su mayoría la temática versa sobre bienestar (wellness). Solo una mínima parte del grueso son realmente apps que evalúan adherencia terapéutica, que abordan enfermedades crónicas, monitorizan perfiles de glucemia o sirven para la consulta del profesional.
En cuanto a los profesionales, las encuestas de Global Mobile Health Market Report revelan que el 63% de los profesionales usarían apps para consultar la historia clínica electrónica, un 56% para consultar informes de laboratorios, un 46% para acceder a datos de imagen médica y un 34% para acceder a bases de datos sobre medicamentos.
Todo este crecimiento y euforia desmesurada (e interesada) a lo sumo consigue posicionar el fenómeno del empoderamiento de las personas respecto a su salud, nuevamente en el plano de «paciente» y pretende seguir con el viejo modelo de pago por acto médico, dejando de lado la calidad de vida conseguida y el resultado en salud (el valor de la medicina) . Se prescriben apps como se prescriben medicamentos y se abandonan casi en el mismo porcentaje que éstos antes de un año. ¿es casualidad?
Desde mi punto de vista hay dos grandes realidades que se obvian:
1) Los contenidos y objetivos no son relevantes para la mayoría de personas que buscan mejorar sus niveles de bienestar y salud. Basta con atender los informes sobre las apps de salud más descargadas para ver que la mayoría de personas lo que buscan es mejorar su actividad diaria, su alimentación y controlar mejor los acontecimientos. Otro asunto es que estén diseñadas bajo principios del comportamiento que ayuden a la gente a tomar decisiones favorables a su bienestar
Pero…¿Sirve mejorar tu estilo de vida para controlar la enfermedad crónica? Si atendemos a los últimos informes y recomendaciones, parece que sí. Luego es tarea de los médicos trasladar ese avance de las personas en sus niveles de autonomía personal, física y emocional, en datos objetivos y mensurables para el quehacer diagnóstico-terapéutico. Pero claro, les arrebatamos el poder de prescripción…
2) El sistema sanitario, público o privado, necesita cambiar sus presupuestos básicos. Sin una orientación hacia la atención primaria y la promoción de la salud, ninguna app sobre introducción de datos para seguimiento y monitorización del especialista va a conseguir la implicación de la persona. A menos que se instauren medidas de premio o castigo para incentivar su uso, como ya se auguran en algunos sistemas.
Además, mientras el médico tenga como único incentivo el que su paciente deje de ir a verle porque gana en autonomía y capacidad, el profesional al uso no va a colaborar mucho. En el ámbito privado, porque sus emolumentos dependen del pago por acto y sus sistemas de información no están preparados para integrar este nuevo aspecto de participación de la persona en su recuperación. En el público, porque no disponen de integración real de los sistemas de información y todo el sistema pivota en torno al uso y frecuentación para disponer de presupuesto económico (una versión más sofisticada del pago por acto médico.
Si éstas dos realidades se atienden de la forma adecuada, la revolución de dispositivos de cuantificación y el desarrollo del internet of things auguran un cambio de paradigma, para pasar a disponer sistemas que favorezcan la generación de salud y no solo el cuidado de la enfermedad.
Mientras tanto, los oportunistas seguirán generando ruido que solo nos aleja, un poco más cada vez, de estar entre los líderes mundiales en este cambio de modelo.
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