Los fármacos justifican su precio por el valor en términos de eficacia y seguridad que aportan. Una eficacia y seguridad que demuestran a través de un complejo e intrincado camino regulatorio. Un protocolo de estudios y de presentación de resultados cuyo objetivo es obtener la aprobación de las autoridades reguladoras y, como fin último, obtener un precio por el producto.
Sin embargo, muchas veces fallan en seguir demostrando este valor cuando el fármaco está accesible en las farmacias. Las noticias se hacen eco de ello en numerosas ocasiones. El fallo no es del fármaco, sino del sistema sanitario, que confunde valor y precio.
Los médicos no son conscientes en muchas ocasiones del impacto que supone en la vida de sus pacientes determinadas prescripciones. No se trata sólo de tomarse una píldora o ponerse una inyección, si no de reconocerse como enfermos -crónicos, de por vida- y en ajustar su forma de vida a la situación.
El sistema no está preparado para abordar este aspecto del proceso de recuperación del bienestar. Entre otras cosas porque se basa en los principios de información y autoridad para confiar en que las personas sean capaces de hacer los cambios necesarios. Y nada más lejos de la realidad: el nivel de incumplimiento con el tratamiento en España es casi del 50% en todas las categorías de medicamentos y las cifras del sedentarismo y mala alimentación superan las tres cuartas partes de la población, también entre los enfermos.
Por ejemplo, casi el 30% de los infartados sigue fumando un año después del primer episodio. Y ¿cuál es el resultado?: casi el 70% de las personas que han sufrido un infarto de miocardio vuelven a la unidad coronaria durante el primer año tras el episodio.
El sistema sanitario debe hacer un esfuerzo por abordar este problema. El paciente necesita ser entrenado (que no educado tan sólo) en desenvolverse con su nueva situación. Los médicos deben aprender a tener una perspectiva más holística de sus pacientes.
¿Y la industria farmacéutica? En cualquier sector, si los productos no son bien utilizados por la mitad de los consumidores, se impone de inmediato un servicio post venta que les ayude a sacar el máximo rendimiento. Y en este contexto y mercado empieza a ser una exigencia del gran cliente pagador: el sistema sanitario.
Para ello, existen programas de apoyo a pacientes que tratan de potenciar al médico y al sistema en su capacidad de entrenar a las personas para adquirir la competencia, habilidad y motivación que necesitan. Son programas que se basan en el cambio de comportamiento para adquirir un estilo de vida más saludable y adherirse mejor a las pautas de tratamiento, eliminando miedos y creencias sobre su uso.
Se trata de programas innovadores que, como explica bien el último informe de Accenture sobre la industria, hacen que las compañías biofarmacéuticas que se centran en aportar resultados en salud para el paciente, destacan su rendimiento en bolsa sobre todas las demás»
Las razones son variadas: más ventas por mayor adherencia, producto de elección por apoyar al paciente y a su médico, demostración de resultados en salud, mayor reputación en el mercado, factores todos ellos claves en los mercados corporativos actuales.
Abordar el comportamiento es una de las claves para lograr que los sistemas dejen de confundir valor y precio. Y los intentos de solventarlo con tecnología internet que sólo sigue el mismo esquema de información + recuerdos, no sirven para ello. La información no mueve a las personas. El recordatorio solo sirve si es relevante para ellas.
Para lograr cambios se necesita comprender el universo personal, obtener las claves de conducta y construir desde ahí un plan personal para el cambio. Parece costoso, pero es más sencillo de lo que parece. Tan sólo que no se ha tenido en cuenta por las inercias de los sistemas sanitarios.
En Atlantis Healhcare somos especialistas en ello. Puedes consultar nuestra forma de trabajar y la evidencia en que nos basamos para llevar más de 15 años abordando con éxito el cambio de comportamiento en salud en más de 50 áreas terapéuticas alcanzado a millones de personas en los cinco continentes.